El pudding siempre era esa palabra inglesa que sonaba rica cuando la escuchábamos nombrar al camarero de restaurante. Era sinónimo de lugar fino al que mi padre nos llevaba de pequeños en alguna ocasión especial o cuando estábamos de vacaciones. Era una textura parecida al flan de huevo y en su interior te encontrabas fruta confitada, melocotón en almíbar y en los más exclusivos notabas el delicioso sabor de los piñones. Mi padre siempre ha preferido este postre con permiso del tocino de cielo , muy de nuestra tierra, al que a veces también le hacía reverencia cuando coronaba una copa de helado de La Ibense Bornay . Hace poco tiempo, en una comida familiar de cumpleaños, lo pidió después de mucho tiempo sin ver a mi familia y me recordó a mi niñez. Mientras lo probaba, pensaba que era ligero y que me gustaba su textura. -"Tengo que hacerlo"- le dije a mi hermano. Él me miró y sonreía porque sabía que a mi padre le encantaría la idea. La primera vez que lo hice p...
Esta tarta ha sido siempre una de mis sueños. Cuando vivía en Escocia, me aficioné a un programa de cocina cuyo emblema era una tarta como ésta. Cada vez que sintonizaba The Great British Bake Off , la intro del programa finalizaba con una tarta de frambuesas y cerezas. Era el ejemplo de una tarta perfecta y el color rubí de las frambuesas llamaban poderosamente la atención. Me parecía muy difícil elaborar un pastel de estas características. Con altura, de chocolate con bizcocho húmedo y esponjoso, de cobertura brillante y cerezas como adorno. En esos años, del 2012 en adelante, fue cuando comencé mis pinitos como aficionada repostera y había cosas para las que tenía que prepararme previamente. Tenía miedos y desafíos que afrontar. Uno de ellos era la Pavlova , que pude elaborarla hace poco y me encantó su sabor y la experiencia indescriptible de hornear este postre de merengue divino acompañado de fresas. Otro postre que consideraba ideal era la tartaleta de manzana ...