Hace unos días comenzó la primavera y aunque ha llovido mucho, las flores ya están luciendo su esplendor. A ratitos con rayos de sol como testigo y ahora con el sol en su plenitud, podemos dar la bienvenida a la estación más colorida del año. Es curioso cómo brotan plantas silvestres de cualquier parte y en ellas hay flores coloridas, es como si la belleza brotase de cualquier parte se la espere o no. Es la sorpresa y el regalo que nos da este mundo, con tantos avatares que sufrimos y con esa flor que renace en cualquier parte, se hace un llamado a la esperanza. Iniciamos semana y lo hacemos con un postre delicioso que tiene como nombre Tarta Primavera . Me inspiro en el relato y obra de Lucy Maud Montgomery , autora del libro Ana de las Tejas Verdes . La historia de esta niña pelirroja de Avonlea , localidad ficticia de la isla canadiense del Príncipe Eduardo, con sus aventuras y desventuras en los prados de Tejas Verdes, me han emocionado mientras crecía yo también. ...
Imagino que alguno de vosotros los conoceréis y otros no tanto. Pues bien, los cantuccini son unas galletas típicas de la Toscana. Más conocidos en Italia como cantucci, tienen un ligero sabor a amaretto y lleva almendras. A simple vista parece un dulce algo tosco y es ideal para tomarlo con vino o café y tienen el inconveniente de que duran poco, ya que cuando acabas uno te apetece otro...
Cuando hablo de Florencia a alguien no puedo evitar recordar todas las sensaciones allí vividas. Hace unos años, viví unos meses en esta ciudad mágica. Cada rincón, cada atardecer, cada fuente, los llevo grabados en mi memoria. Es cerrar los ojos y verla o soñarla.
Fueron meses de llorar a lágrima viva con el final de Cinema Paradiso, de pasear junto al Duomo cada tarde cuando salía del trabajo y de recorrer una y otra vez sus calles. La amé y me fascina la idea de volver algún día y quedarme para siempre en Toscana.
Antes de visitarla por primera vez, me ofrecieron en la oficina unas galletas de almendras que me dijeron eran de allí. Los cantuccini, en modo diminutivo, fue la primera vez que escuché su nombre.
Una vez en Toscana, los compré para regalar a mi madre y ya en España, los horneamos juntas en mis inicios de repostera aficionada.
Ahora los vuelvo a hornear y tengo a mi madre ilusionada esperando a que le lleve unos cuantos como si de oro en paño se tratase. La ilusión de ella y mis recuerdos en Florencia, se evocan en estas galletas toscas de almendra que me recuerdan mis andanzas toscanas.
Fueron meses de llorar a lágrima viva con el final de Cinema Paradiso, de pasear junto al Duomo cada tarde cuando salía del trabajo y de recorrer una y otra vez sus calles. La amé y me fascina la idea de volver algún día y quedarme para siempre en Toscana.
Antes de visitarla por primera vez, me ofrecieron en la oficina unas galletas de almendras que me dijeron eran de allí. Los cantuccini, en modo diminutivo, fue la primera vez que escuché su nombre.
Una vez en Toscana, los compré para regalar a mi madre y ya en España, los horneamos juntas en mis inicios de repostera aficionada.
Ahora los vuelvo a hornear y tengo a mi madre ilusionada esperando a que le lleve unos cuantos como si de oro en paño se tratase. La ilusión de ella y mis recuerdos en Florencia, se evocan en estas galletas toscas de almendra que me recuerdan mis andanzas toscanas.
Son una delicia y un ejemplo de la repostería toscana además de muy fáciles de hacer. No dejéis de buscar un buen vino dulce para acompañarlos y si tenéis ocasión, probarlos acompañados de Vin Santo, como se hace según la tradición toscana. Un vino dulce típico del Chianti de uvas pasas que existe desde el s. XV después que los italianos descubrieran a través del comercio en Venecia el vino dulce de Santorini, denominado "Xantos" que fue el precursor de su vino dulce.
Si hablamos del origen de los cantuccini, ya se sabía de ellos en la corte de los Medici en el s. XVI, aunque en sus inicios no llevaban almendras. Si os preguntáis por el significado de la palabra, puede derivar del latín "cantellus", que significa rebanada de pan, pero fue la Accedemia della Crusca quien dio una definición propia del cantuccio en el s. XVII: "galletas en rebanadas, elaboradas con harina, azúcar y claras de huevo". Llegaron incluso a la Exposición Universal de París en 1867 logrando bastante éxito y produciéndose posteriormente en mayor cantidad en la región toscana.
Se conocen versiones en España de este postre como los rosegones en Valencia y Baleares o los carquiñoles en Cataluña, los primos hermanos de esta delicia italiana. Es bien cierto que el mediterráneo y el comercio de aquellos siglos seguramente tuvo algo que ver en esta similitud pero no todas las recetas coinciden. Cambian las proporciones de huevo y mantequilla. En algunas encontramos aromas de ralladuras de limón y a otras se le añade un licor como el amaretto o el marsala. No descarto que el origen sea italiano, pero lo que es bien cierto es que es un postre delicioso que nos acompaña en nuestras sobremesas.
¡Pasemos a la receta!
- 1/2 bolsita de levadura
- 250 grs. de azúcar
- 1 cucharada de miel
- 3 huevos
- 50 grs. de mantequilla punto pomada
- 200 grs. almendras tostadas
- 1/2 vaso de amaretto o licor de marsala
- 1 pizca de sal

Iniciamos haciendo un volcán con la harina, le añadimos los huevos, el azúcar, la miel, la sal, la levadura, el licor, la mantequilla en punto pomada.
Cuando se hayan integrado los ingredientes y tenga una textura homogénea, añadimos las almendras enteras o en trozos grandes.
No es necesario amasar demasiado. Con que estén bien mezclados los ingredientes y pueda manejarse está bien. Con la masa obtenida, haremos unas 2 ó 3 barras alargadas que ponemos en una bandeja con papel de horno.
Horneamos a 170 grados durante unos 15 minutos, luego sacamos la bandeja y con un cuchillo de sierra cortamos en caliente las barras que están casi horneadas en diagonal, como si cortáramos el pan. Al biés y con cuidado porque puede quemar un poco al estar recién sacado del horno.
Extendemos las rebanadas en la bandeja para que acaben de dorarse entre 5 y 10 minutos más a 180 grados hasta que estén como biscotes y con el dorado deseado. Si tenéis la opción ventilador, mejor.
Una vez que estén dorados, los apartamos del horno y pasados unos minutos, los dejamos enfriar completamente en la rejilla. Los conservamos en un recipiente hermético o una lata de galletas, nos durarán varias semanas.
Espero que os animéis a hacerlo y me contéis qué tal la experiencia. No os defraudarán os lo aseguro. Es una apuesta segura y acompañan genial con un vinito en el postre. Ha sido muy bonito revivir aquella época a través de esta receta y me doy cuenta que llevo la Toscana no solo en mis pensamientos, sino en recetas tan deliciosas como ésta.
Volvemos pronto con más recetas.
Un abrazo fuerte,
Maribel García 🍓
Están buenísimos!!! con el café me encantan :). Tengo, eso si, que probar a hacerlos yo :)
ResponderEliminarPues anímate que salen muy ricos. Ya me dirás ^^ A mí me gustan mucho también, la verdad es que cuando acabas uno te apetece otro!
ResponderEliminarAy, Maribel, he disfrutado mucho la historia y también hacer estos cantuccini. Y que suerte haber vivido en la bella Florencia. Abrazo, Vero
ResponderEliminarMe encantan tus recetas, siempre bien explicadas y fáciles de preparar. Me voy a animar a preparar cantuccini. Gracias por compartirla .
ResponderEliminarQuiero hornear estos cantuccini con almendras, ¿crees que puedo bañarlos en chocolate amargo hasta la mitad? Me apetece la conbinación
ResponderEliminarMe gustan mucho este tipo de dulces para acompañar el café que no “empalagan”. Has explicado genial cómo cortarlos, así imposible que queden mal!
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