El día de mi Cumpleaños siempre ha sido muy particular. Como es a mitad de verano, no podía celebrarlo en clase o aprovechar la época escolar para reunir a los compañeros. Cuando hacía una merienda, algunas amigas estaban de vacaciones o estaban en la playa y se unían más tarde o no llegaban. Me he visto a solas con el pastel esperando a que llegaran mis invitados y, aunque había algunas bajas, sí que cuando fui cumpliendo más edad era más fácil celebrarlo. Entraban otros horarios en juego además de la tradicional merienda y sí que he vivido momentos bonitos y especiales. Aún así, no podré olvidar a mi padre cuando llegaba con una tarta rectangular grande de merengue, con cobertura de chocolate y letras de " Feliz Cumpleaños Maribel " en crema. Cuando la tarta nos parecía casi tan grande como nosotros, cuando la acompañábamos con Coca-Cola o Colacao fresquito y con esas amigas que sacrificaban planes veraniegos para acompañarme en una cálida tarde de julio. Este año...
Me cuesta soportar cada año el ajetreo previo a las navidades. Hace unos días, estábamos a 19 de diciembre y fui a pasar el día libre con mi madre. Además de ver un espectáculo de caballos, muy populares en mi zona al que nos había invitado la empresa donde trabajo, decidimos pasar por el centro comercial a comprar un par de cosas en el supermercado. Cuál fue mi estupor al descubrir, que la sección de polvorones y turrones, tan bonita y de ensueño como lucía decorada días atrás, parecía hacer recibido un viento huracanado. Estaba arrasada, además del trajín de mucha gente de un lado a otro. Estas fechas me generan estrés y no quería que me contagiase en mi día libre, que ya para estresarme está el trabajo con la avalancha de personal que viene a divertirse por zambomba este año. No sé si seré yo una extraña criatura o es que me gusta vivir en mi torre de marfil como escribiera Rubén Darío , pero lo cierto es que me gusta vivir y recordar las navidades a mi manera....